Me he alejado de mucha gente, y he pecado de misantropìa. Pero eso tambièn està bien.. ya no trato con personas que no necesito, porque aunque muchos seamos hipòcritas, efectivamente existen personas que en realidad no nos sirven. Quien en realidad quiero està, simplemente, unos menos presentes que otros, pero estàn. Armonìa comunitaria cero, pero no es algo que me moleste de manera particular.
domingo, enero 30
Dear Diary: Today is Sunday.
Me he alejado de mucha gente, y he pecado de misantropìa. Pero eso tambièn està bien.. ya no trato con personas que no necesito, porque aunque muchos seamos hipòcritas, efectivamente existen personas que en realidad no nos sirven. Quien en realidad quiero està, simplemente, unos menos presentes que otros, pero estàn. Armonìa comunitaria cero, pero no es algo que me moleste de manera particular.
Carta a Un Joven Poeta y a los amigos artistas.
Paris, 17 de febrero, 1903
Respetable señor,
Su carta me ha llegado hace pocos dìas. Quiero agradecerle por su confianza y calidez. No puedo hacer mucho màs. No puedo entrar en la naturaleza de sus versos; cualquier intenciòn crìrtica es demasiado distante de mis posibilidades. Nada puede tocar menos una obra de arte cuanto un discurso crìtico: Se llega casi siempre por ese camino a felices malentendidos. Las cosas no pueden ser dichas y tocadas todas como me gustarìa; la mayor parte de los sucesos son indecibles, se cumplen en un tiempo y un espacio en los cuales ninguna palabra ha osado aventurarse, y màs indecibles son las obras de arte. Misteriosas existencias, con vidas, que a diferencia de la nuestras que se esfuman, perduran.
A este punto, puedo decirle solamente que sus versos no tienen un estilo propio, estàn sometidos y cubiertos bajo un acento personal, simplemente. Especialmente el ùltimo poema. A pesar de todo, notè algo que quiere aflorar en una expresiòn personal, y en la hermosa poesìa que dedicò a Leopardi existe un cierto grado de afinidad con ese gran solitario. Sin embargo, sus poesìas no logran ser ìntimas, ni independientes, ni la ùltima, ni aquella dedicada a Leopardi.
Usted pregunta si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mì. Lo ha preguntado antes a otros. Los envìa a revistas. Los compara con otros versos y se inquieta si dichas redacciones rechazan sus tentativos. Ahora bien, (ahora que me ha dado el permiso de aconsejarle) le ruego abandone todo aquello. Usted està apuntando a lo de afuera, al exterior , y eso es precisamente lo que no debe hacer. Nadie puede aconsejarle o ayudarle, nadie. Existe un ùnico camino. Debe entrar en usted mismo. Busque la verdadera razòn que lo impulsa a escribir; compruebe si esa razòn extiende sus raices hasta el lugar màs profundo de su corazòn, confièsese si estarìa dispuesto a morir si llegase el fatìdico momento en el que le negasen el derecho a escribir. Y por sobretodo: pregùntese en la hora màs silenciosa de la noche: DEBO yo escribir? Escave dentro de su alma para recibir una respuesta profunda. Y si le ha sido permitido enfrentar esta grave pregunta con un fuerte y simple “debo” , entonces edifique su existencia en torno a esta necesidad. Su vida, desde la màs indiferente y mìnima de las horas, tiene que transformarse en signo y testigo de este impulso.
No escriba poemas de amor; evite al inicio las formas demasiado corrientes y habituales: esas son las màs difìciles, se necesita una fuerza ya madura para entregar algo propio en un espacio donde se ofrecen esplèndidos ejemplos. Resguàrdese de las generalidades en los episodios de su vida cotidiana; represente sus tristezas, nostalgias, pensamientos pasajeros y la fe que le tiene a la belleza, represente esto con ìntima, tranquila, humilde sinceridad, y utilice para expresarse las cosas que lo rodean, las imàgenes de sus sueños y aquella de los objetos en su memoria. Si su vida cotidiana le parece pobre, no la acuse; acùsese usted mismo, que no es lo suficientemente poeta para evocar su riqueza; porque para un un creador no existe lugares pobres ni indiferentes. Si luego de este viaje hacia el interior de su proprio mundo nacen versos, entonces no creo que le importarà preguntar a alguien si son buenos; ni siquiera intentarà atraer el interès de las revistas: en sus versos verà su propia imagen, su dulce posesiòn natural, una parte y una voz de su vida. Una obra de arte es buena si ha nacido de una necesidad. De este modo, en su origen mora su juicio, nada màs.
Si demuestra que ha sido llamado para el arte, asuma esa suerte y càrguela, con su todo su peso y toda su grandeza, sin pedir nunca nada a cambio a nadie. El creador debe ser un mundo para sì, y en èl encontrar todo lo necesario.
Por ùltimo, querìa aconsejarle de mantener un desarrollo calmo y serio, encontrar las respuestas a sus preguntas en su màs ìntimo sentir, sin dar importancia a los gustos de terceros. Le envio junto a esta carta los versos que tan amigablemente me ha confiado. Y la agradezco nuevamente por la grandeza y la cordialidad de sus palabras, por las que he intentado volverme un poco màs digno de lo que yo, como extraño, habrìa podido aparentar, con una respuesta sincera, escrita con mi mejor conciencia.
Con toda devociòn y simpatìa,
Rainer Maria Rilke.
* Deber para la casa: Averiguar quièn es R.M. Rilke y quièn es F. X. Kappus. Si ya los conocen, aplausos, si no, bùsquen! Yo me demorè demasiado en encontrarlos.